Yo a las sonrisas me las comería lentamente. Empezando por el labio inferior, pellizcándolas con los dientes, sin hacerles daño, con cariño, despacio; recreándome en los oyuelos, perdiéndome en las encías. Quizás comer es, además, un termino demasiado fuerte; no deseo agotarlas.
Pero a mí las sonrisas en ayunas,
me dan hambre.
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