28 sept 2011

P.F.C



A lo largo de la historia, el surgimiento de nuevos focos artísticos y la consiguiente presencia de artistas y espacios relacionados con el arte ha sido de forma espontánea, jóvenes bohemios que no pudiéndose permitir un taller de trabajo propio apostaban por vivir en casas viejas y reutilizar almacenes o naves industriales abandonados. Desde la antigua fábrica de pianos, el Bateau Lavoir de París que fue posteriormente reutilizada por Picasso; la Ruche de Montparnasse; el surgimiento del famoso barrio artístico, el Soho de Nueva York, distrito de antiguos almacenes de mercancías; hasta las Kunsthalle alemanas, concebidas como “Casas de Arte” dinámicas abiertas a las nuevas tendencias y formas de expresión del arte contemporáneo, son referentes inmediatos de los actuales Centros de Arte Contemporáneo.
Entendemos un Centro de Arte como un espacio de producción, exhibición y dinamización de producción cultural y artística que pretende prestar un servicio a la sociedad que los acoge, y actualmente estas instituciones se encuentran en un momento de replanteamiento de sus funciones y modos de actuación. La importancia que el aspecto de producción lleva cobrando a lo largo del tiempo es cada vez mayor, como comentaba, siempre ha sido una necesidad para los artistas encontrar su propio espacio de trabajo (un estudio, un taller, laboratorios de experimentación…) y en muchos de estos centros actuales parece ser que empieza a tenerse en cuenta. Esto supone la posibilidad de acercarse al arte desde otras perspectivas, ensanchando los conocimientos sin restringirlos a la mera inter-actuación visual con la obra, prescindiendo del aura y dando paso al esfuerzo laboral.
Por otro lado, pedagógicamente hablando, esto enriquece la formación del artista. La formación en las universidades favorece el individualismo. Este enunciado adquiere carácter de máxima en facultades como la de Bellas Artes y otras escuelas relacionadas con el tema, donde la idea de ‘artista’, ‘diseñador’, ‘fotógrafo’ está marcada por la obligación de ser ‘autor’. Si fracasa el proyecto de ser autor, se cae todo el andamiaje del discurso en torno a formación que se propone desde la facultad: ser autor individual pero no como parte de un proyecto que se lleva a cabo con otros. Pocas veces y casi por obligación, los estudiantes tratan de quebrar esta obsesión casi paranoica y notan positivamente que el trabajo en grupo o la simple relación con otros ayuda al aprendizaje, nutre los proyectos personales, favorece a la creatividad y aumenta el entusiasmo. Formar parte de una comunidad que comparta e intercambie experiencias personales enriquece al creador como persona.
Lamentablemente, cruzando el dintel de las escuelas y las universidades, perdemos el “lugar” que aunque solo sea por consecuencia nos mantiene dentro de un grupo. Es necesario promover centros, centros de todo tipo, pero más importante es crear pequeños hogares (palabra que desde ya hay que retener), segundas residencias o primeras, (¡quién sabe!) que den cobijo al mundo del arte y donde los diferentes artistas, diseñadores, fotógrafos emergentes (que son muchos) dejen de sentirse descolgados mas allá de los museos y salas de exposiciones. La tragedia es mayor al salir de ciudades como Barcelona, ciudades "capital", al salir de ahí y desplazarnos al extrarradio, esta especie tan “rara” que son los “artistas” quedan inmersos en una burbuja aislada del mundo considerado como “real” .

Es por una cuestión personal que se desarrolla un proyecto de estas características.


Introducción Proyecto Final de Carrera 2011, 
Diseño de Interiores en EINA, Escuela de Arte y Diseño (Barcelona)

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